Wednesday 16 March 2011

Un rato antes...

Se paró frente al espejo y se retocó el maquillaje que llevaba desde hacía más de quince horas, mucho más de quince horas. Sabía que vendrías, ella lo había soñado la noche anterior, más o menos así: “no te vayas, no te vayas que terminé de fumarme un cigarro y necesito que estés acá”, eso decías, implorabas, rogabas, pedías. Y ella se quedó.
Cuando se levantó a la mañana siguiente no tuvo ganas de bañarse, se lavó los dientes con esa pasta sabor a tutti-frutti que ella adora y se quedó con el cepillo en la boca un buen rato simulando que era un chupetín.  Pensó en el sueño que había tenido y la revelación fue clara: vos ibas a hacer caso omiso a su súplica esa tarde. Repasó esa idea de que no posee real conexión con nadie, ya se le había ocurrido antes, ayer podría ser y se le ocurrió una nueva: “quiero ser libre”.
Le sonó el teléfono temprano, el móvil y quedó atada a una conversación con un viejo amor. Ya no le quiere, se pregunta si alguna vez lo quiso en realidad, y se mira al espejo avergonzada al sentirse tan halagada por alguien a quien hace tiempo no ve. Todo se resuelve rápido, ella cuelga, se sienta en el suelo, estira los brazos y deja que el frío del cerámico la reactive.
Camina por un pasadizo secreto que la lleva de su vida real a la que podría ser, a sus anhelos más profundos y se sumerge en un fluir de información que la apabulla. No puede o no sabe manejar tantos sentimientos, tantas ganas, tantos sueños. No se arrepiente de nada, es increíble, vaga en una bruma caliente llena de sensaciones pasadas y de sensaciones hipotéticas, se desviste, se viste y se vuelve a desvestir. Ha quedado desnuda frente al arcón de los recuerdos y mientras cierra una botella de limonada fresca, se decide a investigar.
Su contexto inmediato no le afecta, no la toca. Elige uno a uno los veranos a repasar, las razones, los pasos que la llevaron hasta donde está. Recuerda una a una cada una de sus dudas, de sus inquietudes, se pregunta su tan odiado: “¿Qué hubiese pasado si…?” rellena la frase una y otra vez y se da cuenta que anhelar lo imposible, lo que no está a su alcance, lo que fue o lo que no pudo ser, o no podrá ser jamás es parte irremediable de ser quien es.
Cierra los ojos y vuelve al piso. Esta vez, ya afuera, se recuesta bajo el gomero y observa como los rayos de sol pasan por entre las hojas del árbol heredado. Hace algunos años, su árbol favorito había sido uno a la vera de un río que sólo una vez visitó, pero decide que ya es tiempo de revisar sus propias tradiciones y sin darle más vueltas, declara en un acto solemne que el gomero pasará a ser su nuevo árbol predilecto.
El tiempo corre. No le importa. Ella sabe a qué hora llegarás.
Desde afuera vuela una canción que no le gusta, o que jamás escuchó. No desea permitir que nada le arruine este momento, duda tener tiempo en la semana de poder repetirlo y sin más, corre hacia el galpón de las cosas viejas, toma una vieja radio del tamaño de un puño, la prende y vuelve a su lugar.
Quisiera que suene alguna canción de la banda sonora de su película favorita, que no es más que la realización fílmica de su libro favorito, pero no. Sin embargo, capta la señal de una radio de barrio y se dedica a escuchar un viejo tango cuya letra, a pesar de no haber escuchado jamás, le resulta increíblemente familiar. Quizás esté contando su vida real. O la otra.
Vuelve a sumergirse en su mar de recuerdos y se sonroja al percibir sonrisas que se van adueñando de la parte inferior de su cara; y se sobresalta al sentir que cuando aparecés vos, comienza a reírse a carcajadas. Ninguna canción es tan buena como una carcajada suya. Recuerda cuando se conocieron, casualmente o no, ella sabe la verdad, duda que vos la sepas. Recuerda el ambiente en el que estaban, casi encerrados, calor, mucho calor y recuerda la inevitabilidad. Ella siempre supo que tarde o temprano vos te decidirías a hablarle y sabe que diseñó centímetro a centímetro el plan perfecto que te haría creer que tus acciones eran espontáneas, impensadas, tuyas.. Pero no, no lo eran, nunca lo fueron, siempre fuiste parte de lo que ella mentalmente digita, de sus formas macabras de planificar la vida de los demás para que, sin que nadie lo note, todos terminen bailando alrededor de ella. No es maldad, simplemente sucede así.
Y vos sos parte de ese plan, no lo olvides nunca. Ella te va a dejar creer que ganás, pero muchas veces son simplemente un peón.
Vuelve la imagen de aquel día y recuerda, como siempre que el mundo para ella se detuvo. Nunca le había pasado antes y nunca le volvería a ocurrir. Que todo se detuvo esa noche, que había reflectores apuntándote y algo muy adentro de ella tembló y sangró. Era el aviso de que su vida estaría por cambiar radicalmente, y eso dolió.
Lo que han construido desde allí en adelante es una gran obra maestra que decido escribir, no ha habido otra con tantas vueltas y tantos amores y desamores y la infinita cantidad de rencores, odios y reconciliaciones… infinita cantidad.
Ayer se dio cuenta que le va a ser muy difícil alejarse de vos, que muchas veces en el día se encuentra manipulando destinos para poder lograr verte por más tiempo. Y lo va a lograr, va a hacerte cambiar el rumbo mil veces hasta que creas que están coincidiendo, en una fiesta, en un parque, en algún lugar. Ella sospecha que te encantará la idea y que sentirás una vez más vencedor de una guerra que se ha desatado hace tiempo entre tus ganas, las de ella y tu forma de ser.
Cuando se hizo demasiado tarde para planear el día, se levantó de la cama de césped y corrió hasta el baño, anhelando una lluvia que no llegaría, abrió el grifo y se quitó la ropa. Antes de poner un pie en la tina, probó la temperatura del agua con la mano derecha y la impresionó la perfección. Se sentó cómodamente y dejó que el agua cayera sobre su cabeza durante un largo rato. Cerró los ojos, se peinó la conciencia y quince minutos antes de que llegaras decidió salir.  El resto de la escena es ella poniéndose hermosa, maquillando sus pestañas, cepillando su cabellera, eligiendo la ropa justa y sentándose a esperarte.
Quieta, inmóvil, como si le costara salir de ese submundo al que se había entregado un buen rato antes, repasó cual sería el plan de ahora en adelante y se le ocurrió una idea que comenzaría a tejer luego de que le pidieras que te bese. Es que ya te lo he dicho, ella lo ha planeado todo en su cabeza. 

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