Thursday 7 October 2010

Te cuento un cuento sobre el tiempo

Había preparado todo para que nada parezca cambiado, detenido el tiempo en la última noche que durmieron juntos y se sentó a morir en el sillón donde nunca te habías sentado,  y recorrió con las yemas de los dedos las notas de la canción que ambos adoraban y justo la semana anterior había sonado en la radio cuando estaba en el auto de la persona incorrecta. O correcta. No, correcta no.
La música deprimente llenaba los espacios. Sorprendentemente, todo distaba de ser  deprimente, lúgubre. Su sonrisa se dibujaba bajo el manto de la vergüenza y de la rabia. Deseaba que nada tuviese que ser modelado para detener el tiempo, sino que preferiría que todo hubiese seguido un curso normal donde el tiempo fluyera de la manera reglamentada por el reloj. Pero nunca pasó.
Se dio cuenta de que ya era la hora porque sus mejillas se habían puesto coloradas. Abrazó la memoria de una foto que hacía tiempo había roto y ahora deseaba tener para ver. Sonó el timbre a la hora señalada por un encuentro secreto y se miró al espejo por última vez.
Después el tiempo transcurrió rápido, indiferente y ella logró nada de lo que había planeado. 

Hoy es una semana después. Hoy es exactamente una semana desde que apretó el gatillo de la revelación, te dijo su verdad y suicidó su felicidad. 

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