Tuesday 9 November 2010

Te cuento un cuento de muchos no.

Eso sí, te pido que no le mientas. Que lo que inesperadamente tu mente hile no sea escupido como si fuera verdad, que tus infamias no la alcancen, no la manches con tus culpas, no la vuelvas víctima, ahorrate el crimen. Ahorrate el crimen.
No la espíes desde la esquina, cazador furtivo, ni esperes el momento propicio para atacar silencioso.
No la culpes por tu pasado, ni la glorifiques como única santa de tu religión dudosa. Ella es ella, no la comprendas si no se te antoja, pero no la santifiques y luego le reces y luego no le cumplas. No sigas el mismo camino de siempre, no repitas, no revuelvas, no crucifiques.
Te pido demasiado, lo sé. No la evites ni la agotes. No le hables; la mayoría de las veces no es necesario. La verdad, casi nunca te escucha. 
Hace unos meses que la vida y sus alrededores se le presentan como gotas de literatura. Debería salir a la calle con el álbum de notas y la lapicera, para que las ideas no se esfumen en una cuadra, ni se pierdan en una diagonal. Todo le resulta interesante, exultante; las imágenes, las gentes, los diálogos ajenos, las ideas al portador. Como si volaran y uno pudiera meterlas en un puño, apretarlas fuerte para no dejarlas escapar.
No la inspires. No le des motivos para escribir, no la envuelvas en latigazos de memorias.
Te pido demasiado, ya sé. Pero no te olvides de todo lo que yo hago a diario por vos.
No la enfermes para luego tenderla en tu cama y desaparecer frente al primer dolor que no soportes. No la atiendas, no la escuches, no la mires, no le mientas, no la esperes, no la recuerdes, no la toques, no la llames, no la busques, no la manches, no la trates, no la pienses. Borrá el pasado pisado y borrá el futuro incierto. No la abordes ni la agredas, no la escuches ni la leas, no la mires ni la escuches, no la escuches porque ella no te escucha. 

No comments:

Post a Comment