Wednesday 22 September 2010

Lo peor de tener tiempo libre, es que nunca es tiempo libre real. Siempre tengo algo que hacer, algo que me quedó postergado, algo que no quise hacer antes y ahora se abre como la única opción viable.
Pero hoy tampoco quiero hacerlo.
Ni voy a querer hacerlo mañana.
Y así, me perseguirá infinitamente hasta que me agote ese pedacito de cerebro que se encarga del cargo de conciencia. Odio el cargo de conciencia.

Monday 20 September 2010

Ideas

Hoy me levanté con la sospecha de que si intento un poco, se me va a caer una buena idea. Debido a la hora (9.04 am), dudo que eso suceda inmediatamente.

Sunday 19 September 2010

Te cuento un cuento desde el balcón

Nosotros la veíamos pasar por la ventana del cuarto de arriba. Todos los días, a toda hora. Había algo en ese piso que le llamaba la atención más que la cocina, el comedor y la sala de juegos, todo lo que quedaba en el piso de abajo.
Arriba había una alfombra sucia que le traía recuerdos que ella deseaba que fueran menos sucios,  y quizás por eso decidía caminar todo el día, todos los días, recorriéndolo como a un cuerpo que besa o como a un cuarto que camina, recorriendo recovecos vacíos de decoración y vacíos de recuerdos. Ella caminaba despacio, rápido, corría; cambia la música. Mira por la ventana (si fuera más sagaz o se preocupara más, sus ojos la llevarían directamente a nuestros ojos) Nos sentamos a verla. Preparamos café y nos imaginamos la vida de alguien  demasiado convencional . Se desenvuelve como si estuviera en un teatro. Cambia la música.  Preparamos café, preparamos los ojos  para charlar. Quizás también preparemos (en secreto) los labios para besarla intangiblemente.
Su vida nos ha cautivado desde que llegó. Todas las veces que cambia de atuendo. Sus visitas. Alguna vez saludamos a aquel a quién adoró. Envidia. Envidia que corre por estos labios, y bronca. Nos miramos y desearíamos acompañarla en el recorrido diario por el cuarto. Nos conformamos con historias que inventamos sobre tan inmaculado ser. Su vida o falta de vida nos cautiva. Nos enloquece. Nos pervierte. Tocamos temas increíbles, indecibles, innombrables.
Un día aparece la sombra de alguien a quién no podemos distinguir. Nos inquietamos ante la posibilidad de que nos la roben. Nos enojamos. Se escucha como dejamos caer una taza de café. Se escucha un grito de furia, el empapelado arrancado, la ira. Cambia la música y no nos ve. Quizás nos haya visto él. Sus ojos le mienten. Querríamos decirte que no le creas, que es mentira, que sus ojos engañan. Querríamos decirte que odiamos la música que pusiste. Pero las palabras se pierden en los metros de patio que separan tu ventana de la nuestra.
Otro día aparece la misma sombra. Nos enfocamos en ella, en cómo se mueve, en cómo lo mira, cómo lo toca. Sus ojos entienden el mensaje y no le cree. Tiene a tantos como él... A tantos menos a nosotros que nos perdemos en la onírica imagen de tenerla entre nuestros brazos. Desaparece. Se está mirando al espejo y confirma que se ve grandiosa. Luego risas. Luego otra taza. Debemos comprar algunas más. La ira nos está dejando sin utensilios para la hora de verla. Es casi una novela que se frustra al descubrir que es realidad. El marco de esa ventana.... la pantalla de televisión de una historia que dista tanto de la ficción casi como ella dista de nosotros. Aquí estamos , sin ella , sin nosotros.
Él no es el protagonista de su historia. ¿Por qué está ahí?
La mira y la persigna, la santigua con un gesto irreal. La eleva a alturas insospechadas,  y ella se deja elevar, corre por el cuarto, hace un poquito de fuerza y logra elevarse. Levita frente al simple pensamiento de ser enaltecida cómo era enaltecida antes. ¿Hubo un antes? ¿Dónde estuvo ella todos estos años? La persiguieron historias, la elevaron manos, la glorificaron pensamientos , la engrandecieron costumbres, sueños, noches-fracaso, noches-éxito. O sólo noches.
Él la atrapa, la toma, la quiere. ¿La quiere? Hemos empezado a creer en su historia. Y le damos la oportunidad. O no. Le mentimos una oportunidad. No la creemos nosotros, ni la cree ella, pero la cree él y eso sobra.
La besa, la abraza, la toma, la toca, la siente, la sueña, la besa otra vez. La esculpe, la pinta, la mira, la imagina, la delira, la divaga, la manipula, la roza, la razona, la reacciona, la divisa, la percibe y la descubre.
Se va.
Ella recorre el cuarto un poco más. Ordena el lío que le recuerda al verdadero protagonista.
Se cambia, se espeja, se ríe, se acuesta y deja que la cama se la coma y muere